"El olvido, pensó Miranda, su mente buscando a tientas entre sus recuerdos de palabras que había aprendido para describir lo invisible, lo incognoscible, es un remolino de aguas grises que giran sobre sí mismas para toda la eternidad...La eternidad quizás sea más que la distancia hasta la estrellamás lejana. Yacía en un angosto saliente sobre una sima que sabía que no tenía fondo, aunque no podíacomprenderla; el saliente era su sueño de peligro en la infancia, y retrocedió, tensa, contra una tranquilizadora pared de granito que había a su espalda, mirando fijamente hacia la sima, pensamdo: Ahí está. ahí está al fin, es muy simple; y las palabras suaves y cuidadosamente formadas como olvido y eternidad son cortinas tendidas ante la nada. No lo sabré cuando suceda, no lo sentiré ni recordaré, por qué no puedo consentir ahora, estoy perdida, no hay esperanza para mí. Mira, se dijo, ahí está, eso es la muerte y no hay nada que temer. Pero no podía consentir, seguía rigidamente encogida contra la pared de granito que era su sueño de seguridad en la infancia, respirando lentamente por temor a despilfarrar el aliento, diciéndose lentamente: Mira, no temas, no es nada, es sólo la eternidad".
Pálido caballo, pálido jinete.
Katherine Anne Porter.

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