sábado, 26 de febrero de 2011

Cita con la música



Concierto al aire libre en la ciudad de Amsterdam, año 2002.

Cita de la semana









Madame Bovary (fragmento)



" Emma, que le daba el brazo, se apoyaba un poco sobre su hombro, y miraba el disco del sol que irradiaba a lo lejos, en la bruma, su palidez deslumbrante; pero volvió la cabeza: Carlos estaba allí. Llevaba la gorra hundida hasta las cejas, y sus gruesos labios temblequeaban, lo cual añadía a su cara algo de estúpido; su espalda incluso, su espalda tranquila resultaba irritante a la vista, y Emma veía aparecer sobre la levita toda la simpleza del personaje. Mientras que ella lo contemplaba, gozando así en su irritación de una especie de voluptuosidad depravada, León se adelantó un paso. El frío que le palidecía parecía depositar sobre su cara una languidez más suave; el cuello de la camisa, un poco flojo, dejaba ver la piel; un pedazo de oreja asomaba entre un mechón de cabellos y sus grandes ojos azules, levantados hacia las nubes, le parecieron a Emma más límpidos y más bellos que esos lagos de las montañas en los que se refleja el cielo.

(...)

Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. "

Gustave Flaubert

sábado, 19 de febrero de 2011

Cita con la música


Daniel Baremboim:



La vida y la obra de Barenboim demuestran su contribución a la fraternidad, a la lucha contra la injusticia y la pobreza y a la defensa de la libertad, aspectos a los que el galardón está destinado a elogiar. Partidario siempre del diálogo, considera que la guerra no es "una opción, ni moral ni estratégicamente" para ninguna de las partes en conflicto, que algún día "se tendrán que sentar y encontrar la forma de vivir juntos".





Daniel Barenboim nació en Buenos Aires en 1942 en una familia descendiente de judíos rusos.
Comenzó a tomar lecciones de piano con su madre a la edad de cinco años, y luego las continuó con su padre. En 1950, con sólo siete años, dio su primer concierto oficial en Buenos Aires, y en 1952 se mudó con su familia a Israel.
Dos años después, acudió a Salzburgo a unas clases impartidas por el director Igor Markevich. Ese mismo año tocó para Wilhelm Furtwängler, quién quedó maravillado del muchacho de tan sólo once años. En 1955 estudió harmonía y composición con Nadia Boulanger en París.


Pianista y director


Debutó como pianista en Viena y Roma en 1952, en París en 1955, en Londres en 1956 y en Nueva York en 1957 con Leopold Stokowski. En 1954, a la edad de trece años, realizó su primera grabación, y desde entonces no ha parado de recoger las más importantes obras del repertorio para piano, incluyendo el ciclo completo de las Sonatas para Piano de Mozart y Beethoven.




Paralelamente comenzó a desarrollar una exitosa carrera como director de orquesta, que inició en colaboración con la English Chamber Orchestra en 1965. Entre 1975 y 1989 fue director de la Orquesta de París, etapa que destacó por sus conciertos de obras de autores contemporáneos como Lutoslawski, Berio, Boulez, Henze, Dutilleux y Takemitsu entre otros.





Siempre le ha interesado la música de cámara, y ha compartido cartel con grandes artistas como su primera mujer, Jacqueline du Pré, Itzhak Perlman, Pinchas Zukerman y Dietrich Fischer-Dieskau. Debutó como director de ópera en 1973 con Don Giovanni de Mozart en el Festival Internacional de Edimburgo. En 1991 sucedió a Solti como Director de la Orquesta Sinfónica de Chicago, con quien ha obtenido éxitos a lo largo del mundo. También ha colaborado con la Filarmónica de Berlín y de Viena.



Música por la paz


En julio de 2001 protagonizó una polémica en Jerusalén al interpretar, por sorpresa, el preludio de "Tristán e Isolda" de Wagner, compositor maldito en Israel por sus vinculaciones con el nazismo.
En marzo de 2002, intentó ofrecer una clase de piano en la ciudad de Ramala, sitiada entonces por el Ejército israelí, para demostrar que es posible "el entendimiento de palestinos e israelíes a través de la música", pero el mismo ejército prohibió el concierto con el argumento de que no podía garantizar su seguridad.
Partidario siempre del diálogo, considera que la guerra no es "una opción, ni moral ni estratégicamente" para ninguna de las partes en conflicto, que algún día "se tendrán que sentar y encontrar la forma de vivir juntos".

 








jueves, 17 de febrero de 2011

Cita con la música


I Pagliacci


Ópera en un prólogo y dos actos. Libreto del compositor Ruggero Leoncavallo.


Personajes: Canio, jefe de una compañía de cómicos de la legua que interpreta la comedia Payasos (tenor); Nedda, su mujer (soprano); Tonio, miembro del grupo (barítono); Beppo, miembro del grupo (tenor); Silvio, un joven campesino (barítono); campesinos.

Lugar y época: Montalto, Calabria (sur de Italia), un 15 de agosto (festividad de la Asunción de la Virgen, en Italia ferragosto) entre 1865 y 1870.
Argumento: La ópera comienza con un «prólogo» que se ha hecho célebre; es una forma original de obertura cantada. El teatro hablado, desde Shakespeare hasta Pirandello y después, conoce tales introducciones, que se remontan al teatro de la Grecia clásica. En la época de los orígenes de la ópera se mezclaban ocasionalmente las partes instrumentales con las cantadas en una especie de preludio, pero desde que el teatro musical desarrolló formas fijas, no existía el prólogo cantado hasta que Leoncavallo lo creó con original inspiración.
Delante del telón aparece Tonio, caracterizado como payaso de la obra que se va a representar dentro de la ópera, e informa al público de que va a ver la puesta en música de un acontecimiento real que ha conmovido profundamente a su autor. Los temas musicales de este prólogo son muy conocidos. Se introducen primero en forma puramente instrumental, pero sólo cumplen su verdadera función cuando se cantan en la ópera. El primero anuncia de manera espectacular el comienzo de la comedia. El segundo parece doloroso. Adquiere luego en el aria de Canio la trágica grandeza del payaso que sonríe mientras sufre por dentro. El tercero es el tema del amor, dulce y delicado; constituirá uno de los elementos principales en el único dúo de amor de la obra, cuando Nedda se refugie en los brazos de Silvio.
Después de estos tres Leitmotive (aunque no en el sentido de Wagner, sino a la manera más ostensible de la ópera naturalista italiana), el prólogo culmina con una frase cantada en la que el barítono suele incluir por tradición dos notas agudas no previstas en la partitura (La bemol y Sol). El prólogo se eleva a una altura conmovedora: el autor apela a la compasión del oyente, anuncia pensamientos sobre el dolor y el sufrimiento del hombre, que no cambian porque se lleve un traje de payaso. La comedia y la vida no son opuestas, sino que están ligadas de manera inseparable: un problema que no cesa de fascinarnos.
Ya «puede comenzar la comedia». El telón, detrás del cual desaparece Tonio, se levanta. Nos encontramos en una aldea del sur de Italia, a la que, al son de una música llega una compañía de cómicos. La población saluda al grupo y Canio invita a los lugareños a asistir a la «representación» que tendrá lugar esa noche. Tonio quiere ayudar a Nedda a descender del carruaje, pero el celoso Canio lo aparta bruscamente. Los espectadores ríen, creen que es una broma de los comediantes. Los aldeanos invitan a Canio a tomar una copa. Tonio se queda en el carruaje. Alguien advierte a Canio en tono de broma que Tonio podría estar buscando la cercanía de Nedda. Canio se enfurece: aunque en la comedia interpreta el papel de esposo engañado, nunca permitirá en la vida una situación así.
La vehemencia de Canio sorprende a los campesinos. ¿Ha hablado de matar? Sin embargo, vuelve a sonreír, besa a Nedda en la frente y entra en la aldea. La joven trata de librarse de la impresión que le ha producido la angustiosa escena; sabe muy bien que Canio es capaz de matarla. No lo ama, anhela la libertad, una vida diferente. En una gran aria compite con el canto de los pájaros, liberándose interiormente de la pesada carga que soporta.
Tonio la ha oído. Nedda es su sueño inalcanzable. Se acerca a ella, le pide un poco de amor. Pero Nedda se ríe de él. ¿Quiere trasladar a la vida lo que en el escenario se le permite de vez en cuando? Debería quitárselo de la cabeza. Sin embargo, Tonio está excitado, quiere abrazarla. Nedda coge un látigo y lo golpea. Tonio grita de dolor y de humillación. Ya encontrará el modo de vengarse.
Silvio sale de los arbustos. Nedda se arroja en sus brazos. Después de la amenaza de Canio y del torpe acercamiento de Tonio, se refugia en el hombre en cuyo amor pone sus esperanzas. En un dúo muy melodioso, deciden huir ese mismo día. Nedda no sospecha que Tonio la ha observado y ha ido corriendo al pueblo a buscar a Canio. El esposo furioso llega a tiempo para ver la despedida de los amantes: «Hasta esta noche... y después, unidos para siempre...». De un salto, Canio se planta frente a ellos, pero Silvio logra huir. Pese a la insistencia de Canio, Nedda no revela el nombre de su amante.
Se acerca la hora de la representación, los cómicos han de prepararse. Canio no lo ha hecho nunca con tanta amargura. Mientras se pone la ropa de payaso, canta el aria «Vestí la giubba», que con las palabras «Ridi, pagliaccio» lleva el drama a un punto culminante. Es la melodía de todos los payasos tristes, pero también de todos los que deben reír... con lágrimas. Desde la legendaria interpretación de Caruso, esta aria termina con un sollozo (no señalado en la partitura).
Han construido un escenario para la obra de los comediantes. Tonio toca el tambor en la aldea para anunciar el comienzo. Los bancos se llenan, también está Silvio, pero algo alejado. Se levanta el pequeño telón, comienza el «teatro en el teatro» (un recurso dramático siempre efectivo). Nedda, vestida de Colombina, se pasea nerviosa por la habitación, como si esperase a alguien. Fuera se oye la serenata de Arlequín (Beppo). Pero Nedda no lo puede recibir, pues Taddeo, representado por Tonio, regresa ya del mercado. No sólo no trae el pollo que le había encargado, sino que además intenta besar a Colombina. Ésta lo rechaza y el público ríe. Por último entra Arlequín y echa a Taddeo. Entonces Colombina y Arlequín cantan su amor; ensimismados, no advierten el regreso del esposo de Colombina. Cuando éste oye las fatales palabras: «Hasta la noche... y después unidos para siempre», olvida su papel y grita como si le hubieran clavado un puñal. Se arroja sobre Colombina, mientras Arlequín escapa. En cuanto vuelve en sí, continúa la comedia, representa el papel del payaso celoso. Los espectadores aplauden entusiasmados: ¡qué artista! ¡Qué interpretación tan real! El payaso quiere saber el nombre del hombre con el que lo engaña su mujer. El silencio de Colombina lo enfurece cada vez más. Al igual que Canio horas antes, el payaso grita enfurecido: «¡El nombre! ¡El nombre!». Colombina intenta salvar la escena de la comedia: canta la ligera gavota que le exige su papel. Pero el payaso ya no puede seguirla. Unos aplauden entusiasmados, pero otros notan algo extraño y opresivo en la representación. Canio enloquece, no puede pensar, su visión se nubla. Acorrala a Nedda y le clava un puñal en el corazón. Tonio ha mantenido apartado a Beppo, que intuía que iba a ocurrir algo nefasto. Y la multitud que rodea el escenario y ha subido a él con la mayor excitación, impide que Silvio se abra paso. Unos huyen horrorizados. Otros siguen creyendo que todo es una simple actuación. Por fin puede llegar Silvio al escenario, pero el puñal de Canio lo mata a él también. Canio, totalmente ido, cae sobre el cadáver de Nedda. Tonio se adelanta y pronuncia las palabras que se han hecho clásicas: «La commedia é finita...».

Fuente: Según el autor, los sucesos descritos sucedieron realmente en una aldea del sur de Italia, y su padre intervino en el caso como juez; los hechos quedaron grabados en la memoria del niño y revivieron décadas más tarde. La acción de Pagliacci, por otro lado, es prácticamente idéntica a la de Un drama nuevo (1867), del dramaturgo español Manuel Tamayo y Baus, obra donde se rinde homenaje a Shakespeare y se recrea su costumbre de incluir teatro en el teatro.
Libreto: Es una síntesis de teatro y vida lograda brillantemente, tal como muchos dramaturgos imaginaron y muy raras veces alcanzaron. Sobre este libreto se podría decir que también sin música sería una obra teatral emocionante y conmovedora.
Música: La fantasía musical de Leoncavallo se enciende con la gran cantidad de situaciones que él mismo creó como libretista. En una obra de poco más de una hora es poeta lírico y dramaturgo, pintor de emociones y psicólogo. La ópera está llena de piezas musicales que se han hecho famosas: el prólogo, las dos arias de Canio («Un tel gioco, credetemi» y «Vesti la giubba»), el aria de los pájaros de Nedda, su dúo de amor con Silvio, el emocionante final. Una de las óperas más brillantes del verismo, cuya fuerza no ha menguado hasta el día de hoy.
Historia: El drama de Leoncavallo, que por no constar de un solo acto no pudo participar en el concurso organizado por la editorial Sonzogno de Milán, recibió sin embargo un gran apoyo para que se representase. Pagliacci se estrenó en el Teatro dal Verme de Milán el 21 de mayo de 1892 y se convirtió muy pronto, por lo general en compañía de Cavalleria rusticana, en un gran éxito internacional. En el Teatro Real de Madrid se representó veintidós veces antes de 1900.
 
Ruggero Leoncavallo
Compositor y libretista representante del movimiento “Verista” de la Ópera italiana. Su ópera "Pagliacci" de 1892 le aseguró un lugar en el mundo de la música. Muchos lo consideraban como el mejor libretista italiano de su época, después de Arrigo Boito. Leoncavallo compuso varias óperas más en los años anteriores a su muerte, que tuvo lugar en Montecatini el 9 de agosto de 1919, pero en la actualidad sólo "Pagliacci" se representa con regularidad
 
 






 


sábado, 12 de febrero de 2011

Cita de la semana





Tom Jones (fragmento)



" La famosa Helen Gwynn, al salir cierto día de una casa donde había realizado una breve visita, y al disponerse a subir a su coche, vio congregado en torno al vehículo un grupo de gente, y a su lacayo todo ensangrentado y sucio. Al preguntarle Helen a qué se debía el estado en que se encontraba, el criado repuso:

-He estado luchando, señora, con un villano deslenguado que ha dicho que la señora era una ramera.

-¡Qué estúpido eres! --respondió Mrs. Gwynn--. Por ese motivo tendrás que pelearte todos los días de tu vida, pues todo el mundo sabe que lo soy.

-¿Que lo saben? --murmuró el hombre entre dientes, luego de haber cerrado la puerta del coche--. Muy bien, pero a pesar de ello yo no permitiré que nadie me llame el criado de una ramera. "



Henry Fielding

sábado, 5 de febrero de 2011

Cita de la semana





El sonido y la furia (fragmento)

" Quentin, que amaba no el cuerpo de su hermana, sino algún concepto de honor familiar y (él lo sabía bien), temporalmente suspendido en la frágil y diminuta membrana de su virginidad, semejante al equilibrio de una miniatura en la inmensidad de la esfera terrestre sobre el hocico de una foca amaestrada. Quien amaba, no la idea del incesto que no cometería, sino algún presbiteriano concepto de su eterno castigo: él y no Dios, podría arrojarse a sí mismo y a su hermana al infierno, donde eternamente podría protegerla y cuidarla para siempre jamás, invulnerable ante las llamas inmortales. Él que sobre todas las cosas amaba la muerte, y que quizá sólo amaba a la muerte, amó y vivió con deliberada y pervertida curiosidad, tal y como ama un enamorado que deliberadamente se reprime ante el prodigioso cuerpo complaciente, dispuesto y tierno de su amada, hasta que no puede soportarlo y entonces se lanza, se arroja, renunciando a todo, ahogándose. "


William Faulkner

viernes, 4 de febrero de 2011

Cita con la música




"I Puritani", es la última ópera de Vincenzo Bellini (Catania 1801-París 1835), estrenada en enero de 1835 en el Téâtre Italien de París, con gran éxito de crítica y público. Pocos meses después, en septiembre de ese mismo año, Bellini muere sin haber cumplido los 34 años. Su destino se unía a los de Pergolesi, Mozart y Schubert. A pesar de su juventud, dejaba una importante obra: diez óperas, seis sinfonías, un concierto para oboe y orquesta, un "Te Deum" y numerosas arias, romanzas, canciones y cantatas. Entre 1825 y 1835, Bellini compone diez óperas. Las tres primeras son "Adelson" e "Salvini" de 1825 (prácticamente perdida, se conservan solamente algunos fragmentos), "Bianca e Fernando" de 1826 y "Il Pirata" de 1827. Con esta ópera comienza una fructífera colaboración de Bellini y el libretista Felice Romani, que producirá títulos como: "La Straniera" de 1929, "Zaira" de 1929, "I Capuletti ed I Montecchi" de 1830, "La Sonámbula" de 1830, "Norma" de 1831 y finalmente "Beatrice di Tenda", estrenada en marzo de 1833 y que constituye un importante fracaso, de crítica y público; libretista y músico se culpan mutuamente de este fiasco, produciéndose la ruptura entre ambos.



 

LOS PURITANOS

Bellini da a su nueva ópera el título de "I Puritani", tomándolo de un libro de Walter Scott, "I Puritani di Scozia".
La historia se desarrollaba hacia 1650, durante la guerra civil inglesa, cuando los Puritanos de Oliver Cromwell terminaron con la monarquía del rey Carlos I, quien había sido ejecutado. Transcurre en un castillo situado en Plymouth, en poder de los puritanos: Elvira, hija y sobrina respectivamente de los hermanos Gualtiero y Giorgio Valton, gobernantes del castillo, está a punto de casarse con Arturo Talbo, noble que aún apoya a los monárquicos. Cuando se están ultimando los preparativos de la boda, Arturo se ve envuelto en la defensa de la reina Enrichetta, viuda de Carlos I, que ha sido llevada al castillo de los Valton y desde allí será conducida al Parlamento, para ser juzgada. Arturo ayuda a la reina, huyendo juntos, pero siendo condenado a muerte en rebeldía. Elvira, al enterarse, enloquece. Arturo regresa al castillo, tratando de explicar a Elvira las razones de su huida. Ella le perdona recobrando el juicio, aunque casi vuelve a perderlo, al enterarse de que su amado ha sido descubierto. Finalmente llega la noticia de la derrota definitiva de los monárquicos y el perdón a los vencidos. Arturo y Elvira pueden al fin casarse.



ARTURO: Juan Diego Flórez- Elvira: Nino Machaidze.


 ARTURO

A te, o cara, amor talora


mi guidò furtivo e in pianto;


or mi guida a te d'accanto


tra la gioia e l'esultar


Al brillar di sì bell'ora,


se rammento il mio tormento


si raddoppia il mio contento,


m'è più caro il palpitar.


CORO


Cielo, arridi a' voti miei,


benedici a tanto amor.



ELVIRA


Oh contento!

ARTURO


Ah! mio bene!

ELVIRA


Ah! mio Arturo!



ARTURO


Ah! Elvira mia!



ELVIRA


Or son tua!

ARTURO


Si, mia tu sei!


 A DUE


Cielo, arridi a' voti miei,


benedici a tanto amor.


GIORGIO, VALTON


Senza occaso questa aurora


mai null'ombra o duol vi dia:


santa in voi la fiamma sia,


pace ognor v'allieti il cor.

.................................

ARTURO



A ti, oh querida, Amor entonces


me guió furtivo y triste.


Hoy me guía junto a ti


exultante de alegría.


Al brillar la dulce hora de este día


si recuerdo mi tormento,


se duplica mi contento,


y me es más preciada mi vida.

 
CORO


Cielo, sonríe a nuestros votos,


Bendice tanto amor.


ELVIRA


¡Oh contento!



ARTURO


¡Ah! ¡Mi bien!

ELVIRA


¡Ah! ¡Arturo mío!



ARTURO


¡Ah!; Elvira mía!



ELVIRA


¡Ahora soy tuya!

ARTURO


¡Sí, eres mía!



A DÚO


Cielo, sonríe a nuestros votos,


bendice tanto amor.



JORGE, VALTON


Sin ocaso, esta aurora,


jamás os traiga sombra ni dolor;


santa en vosotros la llama sea,


paz y honor os alegre el corazón.