sábado, 14 de enero de 2012

Carta de Ana Bolena a Enrique VIII



Señor, Corresponde solamente a la augusta mente de un gran rey, a quien la naturaleza ha dado un corazón de generosidad hacia mi sexo, compensar con favores tan extraordinarios una conversación ingenua y corta con una muchacha. Inagotable como es el tesoro de su generosidad de su majestad, le ruego considerar que pueda no ser suficiente para su generosidad, porque, si usted recompensa tan leve conversación con regalos tan grandes, ¿qué podrá usted hacer por los que están listos a consagrar su obediencia entera a sus deseos? Cuán grandes pueden ser los obsequios que he recibido, la alegría que siento por ser amada por un rey a quien adoro, y a quien con placer sacrificaría mi corazón. Si la fortuna lo ha hecho digno de ofrecerlo, estaré infinitamente agradecida. El mandato de dama de honor de la reina, me induce a pensar que su majestad tiene cierta estima por mí, y puesto que mi ocupación me da medios de verle frecuentemente, podré asegurarle por mis propios labios (lo cual haré en la primera oportunidad) que soy la más atenta y obediente sierva de su majestad, sin ninguna reserva.


 Ana Bolena a Enrique VIII




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